martes, mayo 08, 2007

IRATY QUAD 500

El TEAM AUTOS POLA CAN AM acudió a la IRATY QUAD 500, celebrada en Francia los pasados 28 y 29 de abril. La IRATY QUAD 500 tomó este año el relevo de la BAJA QUAD 500 como referente europeo de las bajas exclusivas para quad, trasladando el emplazamiento de la carrera desde la costa mediterránea al incomparable marco de la Selva de Iraty, en los Pirineos Atlánticos.
En la tarde del sábado se realizaban las dos pasadas cronometradas al prólogo de 10 km. Oscar Romero daba un auténtico recital de pilotaje y aventajaba en más de un minuto al segundo clasificado, el equipo formado por Covarel/Estelle, dejando bien a las claras sus aspiraciones a la victoria. Jordi Mélich acusaba unos pequeños problemas con el freno trasero de su Suzuki en la primera pasada que le alejaba de los puestos de privilegio mientras que Manel Doménech afrontaba la prueba con muchas reservas aún convaleciente de su accidente en la Baja Almanzora. En lo que se refiere a los pilotos del Team Autos Pola Can Am, Santos Borbolla finalizaba en decimotercera posición absoluta, colocando su Renegade en la segunda posición de la categoría 4x4 mientras que Andrés Losa se situaba a la zaga en la tercera posición y Jorge Onís en la sexta.
A las 5.00 de la mañana del domingo arrancaba la prueba, Andrés Losa nos cuenta sus experiencias en la carrera:
“La Iraty Quad 500 suponía para mi uno de los grandes objetivos de la temporada. En la edición del 2006 en Fitou conseguí acabar en la segunda posición de la categoría 4x4 formando equipo con Santos Borbolla y tenía una espina clavada ya que los pinchazos nos habían alejado de una mejor clasificación. Además suponía un gran reto personal intentar finalizar una prueba tan dura como ésta en solitario. La experiencia del 2006 me recordaba que los más importante en este tipo de pruebas es rodar a un ritmo constante conservando la mecánica y las energías todo lo posible.
Afronté la vuelta nocturna con las mayores reservas, intentando memorizar la mayor cantidad de puntos conflictivos del recorrido. La visibilidad era bastante buena y la niebla aun no había aparecido. Consciente de que había mucho que perder y nada que ganar en este primer bucle, me adentré en el recorrido del prólogo que servía de inicio únicamente a esta primera vuelta. Las lluvias caídas a última hora de la tarde anterior empezaban a dar sus frutos y en una pequeña subida de la parte final ya se había formado un buen barrizal que comenzaba a engullir a los primeros participantes. En apenas 10 kilómetros había consumido todos los tirables de mis gafas. Tras recorrer toda la calle de boxes comenzaba realmente la aventura en terreno desconocido. Un descenso bastante tortuoso hasta la zona del lago en la que tras badear un río y cruzar la carretera entraba en una nueva zona boscosa. La pista continuaba bastante sinuosa y embarrada hasta alcanzar el Plateau de Iraty. Una pequeña trialera en descenso jalonada de grandes rocas graníticas supuso el primer punto delicado en el que un deportivo encallado originó las primeras retenciones. Superado el obstáculo las flechas reflectantes me guiaban por el continuo tobogán que era el recorrido adentrándome en unas praderas en las que estaba colocado el punto de cronometraje intermedio. Un largo descenso para franquear un nuevo río e iniciar el ascenso a la zona alta de la estación invernal. La estrecha pista ascendía rápidamente hasta una caseta forestal. En este punto una nueva trialera completamente embarrada en medio de la cual un participante había calado su quad sin poder arrancarlo, formando un gran embotellamiento. Tras unos interminables minutos logré franquear el atasco, dejando atrás a un buen número de competidores. Con el camino expedito, en una pista ancha y bastante rápida, alcancé el tramo de carretera que descendía hasta la zona de parque cerrado y podium. Con las primeras luces del alba recorrí de nuevo el prólogo hasta alcanzar la zona de boxes. El marcador de cronometraje me sitúa en la vigésima posición.

Una pequeña pausa para rellenar el depósito de gasolina, limpiar las luces y de nuevo a la carga. Vencido el obstáculo de la noche, tocaba ahora lidiar con dos contrincantes mucho más correosos: el barro y la niebla. El primero te hacía imposible circular con las gafas puestas dificultando aun más los adelantamientos y sometiendo los ojos a una auténtica tortura. La segunda aparecía y desaparecía a su antojo minando los reflejos y la moral a medida que las vueltas transcurrían. Pero no todo iba a ser quejas. La llegada de la luz del sol me permitía empezar a disfrutar del maravilloso entorno de la Selva de Iraty, el segundo hayedo/abetal más extenso de Europa. Además, mediada la segunda vuelta conseguía superar al equipo de Silvy/Quentin, los máximos contrincantes de nuestro equipo para luchar por la categoría 4x4, cuyo Polaris Scrambler está detenido a un lado del camino con problemas. Al acabar la segunda vuelta la pantalla de cronometraje me sitúa en el decimotercera plaza.


Me detengo en boxes donde me esperan dos asistentes inesperados. Santos, que en un golpe con un pedrusco en la trialera de las grandes rocas ha roto una de las rótulas de su Renegade y se ha visto obligado a abandonar. Manel Doménech ha sufrido problemas eléctricos en su DS corriendo idéntica suerte. Reposto de nuevo y como unas barritas energéticas. Son las ocho y media de la mañana y a pesar de llevar en carrera más de tres horas, esto no ha hecho más que empezar. Inicio la tercera vuelta con la moral por las nubes. El momentáneo liderazgo en mi categoría y las condiciones de la pista, cada vez más favorables a la tracción 4x4 de mi Outlander, me hacen ser optimista. Recorro la vuelta prácticamente solo, sin apenas encontrar participantes. La dinámica del recorrido únicamente se rompe en dos puntos donde cruzamos la carretera estatal. Por imposición de los Gendarmes debo bajarme del ATV y cruzar la carretera empujando el vehículo. Consumo una vuelta más, la tercera, colocándome undécimo en la general.

Tras una breve parada en boxes, afronto el cuarto giro. El público comienza a aparecer en las zonas más accesibles desde la carretera. La niebla se cierra cada vez más, de forma que la segunda mitad del bucle y toda la zona de boxes están completamente cubiertas. Continuo rodando a un ritmo constante, entorno a 80 minutos por vuelta, del orden de 10 minutos más lento que los líderes. La organización modifica el recorrido en un par de puntos para salvar los enormes barrizales que van en aumento. El rosario de abandonos es ya más que notable. Pinchazos, roturas de todo tipo y el flaquear de las fuerzas provocan que apenas la mitad de los participantes consigan superar el ecuador de la prueba. Completo la cuarta vuelta. He ascendido a la novena plaza de la clasificación general, primero de la categoría 4x4 con casi 15 minutos de ventaja sobre el dúo Silvy/Quentin que han conseguido reparar su Scrambler y segundo de la categoría solo tras el imperturbable Philippe Bergeron. El Outlander continua rodando perfecto, sin la más mínima muestra de fatiga. Mi cuerpo y sobre todo mis ojos no pueden decir lo mismo, es el momento de tomarse un respiro en los boxes.

Son casi las once y media de la mañana, llevo más de seis horas sobre mi Can Am y todavía estoy por la mitad. Mientras el equipo de asistencia echa gasolina al ATV, limpia el radiador y me hace “mantenimiento psicológico”, aprovecho para limpiarme la cara, los ojos, comer, beber, cambiar los guantes y demás. Me dan el último parte de noticias. Jorge continua en carrera aunque bastante fatigado. Jordi Mélich ha tenido que abandonar con problemas en un ojo por circular sin gafas. Peor ha sido lo de Oscar Romero que se ha quedado sin luces nada más salir. Con mucha fortuna ha salvado el accidente, pero también ha tenido que retirarse. Inicio la quinta vuelta. La niebla se cierra aún más y comienza a nublar también mi cerebro. Las esperanzas de que Oscar me doblara un par de veces, ahorrándome 120 km. se han desvanecido. Si la mente flaquea, las fuerzas solo tardan un minuto más en hacerlo. Inconscientemente disminuyo el ritmo. Toca empezar a sufrir. Por suerte la niebla no afecta a la mecánica y los neumáticos Dirt Tammer de Cañero continúan resistiendose milagrosamente a los pinchazos. De nuevo paso por meta. He descendido hasta la undécima posición pero Silvy/Quentin también han tenido problemas y he logrado aumentar la ventaja con ellos hasta casi 30 minutos.

La criba de retiradas continúa. Jorge ha sido la última baja. Las fuerzas le han abandonado definitivamente. Está cambiándose en el box cuando llego. De nuevo como un poco mientras se repite el ritual del repostaje. Adelante con la sexta vuelta. Por fortuna se levanta aire lo que hace que la niebla desaparezca. Por fin puedo disfrutar del paisaje pirenaico en pleno apogeo primaveral. El sol luce y mis baterías se recargan venciendo la pájara de la vuelta anterior. Superada la mitad de la vuelta, aproximadamente a 15 km. del paso por la zona de podium que conduce al prólogo, sufro un pinchazo. Mis ánimos se desvanecen al mismo ritmo que la rueda delantera derecha se desinfla. Aplico el bote de espuma y descubro un corte bastante grande en la banda exterior. Coloco hasta cuatro mechas, hincho un poco más la rueda y prosigo la marcha extremando las precauciones. Mientras estaba detenido me han doblado los líderes. Una vuelta menos que tengo que dar. Por suerte la zona mala casi ha concluido y en la zona ancha y rápida puedo circular casi con total normalidad. En el control de paso previo al comienzo del recorrido del prólogo puedo advertir a la asistencia de mis problemas. Mientras lo recorro, ellos preparan otra rueda y el atornillador para realizar el cambio. Al pasar por meta solo he perdido una posición.

200 m. me separan del box. Subo el Outlander a una rueda para dejar en el aire el tren delantero. El equipo de asistencia de AUTOS POLA se abalanza sobre mí. Mientras Inés llena el depósito, Javi y Santos me cambian la rueda y Susi me da unas gafas limpias. No estoy hablando de la F1 aunque pueda parecerlo. En poco más de dos minutos hemos resuelto el contratiempo. Si hubiera un trofeo para la mejor asistencia tengo muy claro quienes serían los vencedores. Inicio la séptima y última vuelta. La niebla vuelve a caer de nuevo. Las fuerzas son cada vez más escasas y la diferencia de ritmo con los equipos en los que los pilotos se relevan es notable. Alcanzo el primer control de paso. Me sellan el carné de ruta y cuando reemprendo la marcha, el comisario empieza a gritarme. La goma que sujeta la batería se ha soltado y llevo la batería colgando. Justo en ese momento comprendo que los dioses también están conmigo. En cualquier otro lugar, al mínimo movimiento brusco, los bornes de la batería se habrían roto dejándome con la miel en los labios muy cerca de meta. Una vez asegurada la batería prosigo la marcha. Ralentizo la marcha aun más en las zonas peores para que no se repita la escena de nuevo. Oigo un pitido y me hago a un lado para permitir que me adelanten. Me supera con una bala el Scrambler nº 99 de Silvy/Quentin. Le pierdo de vista en un instante. Se encienden todas las alarmas. Automáticamente el cansancio y las preocupaciones por la batería desaparecen. Llevo más de diez horas remando y no estoy dispuesto a ahogarme en la orilla. Hecho cuentas mentalmente. Me quedan 20 km. a meta. Han tomado la salida aproximadamente diez minutos antes que yo esta mañana. Ese es mi margen de maniobra. En el control de paso justo antes de comenzar el tramo de asfalto alcanzo a dos doblados. Sin gafas no puedo acercarme demasiado a ellos y me desgañito reclamándoles paso. Asumiendo más riesgos de los deseados consigo superarlos antes de abandonar el tramo asfaltado. Llego al control de paso junto a los boxes. Solo resta recorrer el prólogo por enésima vez. El equipo de asistencia me saluda con banderas de Asturias celebrando el triunfo. Yo aun no estoy aún para festejos. El nº 99 centra todos mis pensamientos. Seguro que ellos son tan conscientes como yo de lo ajustado de la clasificación, pienso, y estarán exprimiéndose al máximo.

El director de carrera me da el banderazo a cuadros. Los participantes que cruzan la meta, los equipos de asistencia y el público se agolpan en el parque cerrado. Me quito el caso Kamval. Estoy bastante cansado después del esfuerzo y me cuesta mantener los ojos, llenos de suciedad, abiertos. Es posible que haya ganado pero hasta no ver la clasificación no quiero lanzar las campanas al vuelo. A la media hora se publica la clasificación definitiva. He concluido en la undécima posición absoluta, cuarto clasificado solo y vencedor de la categoría 4x4, aventajando en 5 minutos al equipo 99 formado por Silvy/Quentin, después de 10 horas, 33 minutos y 31 segundos de cabalgada.

Solo me resta agradecer al TEAM AUTOS POLA el enorme trabajo realizado y felicitar a la organización de SOULE QUAD PASSION por la gran labor realizada. Os dejo con un pregunta en el aire: ¿Por qué en Francia, un país considerado más avanzado que el nuestro, es posible organizar una competición de quad en un paraje natural protegido y en España apenas podemos salir del asfalto?”